jueves, 18 de enero de 2018

De perdidos, al río

Los políticos de uno y otro pelaje, en general, mientras que atacan con saña furibunda a los de la bancada de enfrente tienden a proteger o disculpar a los de su propio rebaño, en tanto el presunto responsable de las conductas reprobables mantiene su boca cerrada.
Esto ocurrió, por ejemplo, con Luis Roldán, que a pesar de amenazar tantas veces con tirar de la manta que la pobre manta habría acabado desgarrada, nunca llegó a hacerlo o, en todo caso, nunca lo hizo del todo. Y así le va: cuando salió de la cárcel en 2.010 (según Wikipedia), apenas un quince por ciento de lo que se supone que arrambló había sido recuperado. El resto está, como suele decirse, en paradero desconocido.
Parecido caso fue el de Rodrigo Rato, que fuera ministro de Economía, director del Fondo Monetario Internacional y director de Caja Madrid / Bankia. Acusado de diversos delitos que cabría encuadrar bajo la denominación genérica de corrupción y falsedad en relación con la salida a Bolsa de Bankia, fue detenido con gran repercusión mediática (el paralelismo con el caso de Mariano Rubio es indudable en lo que a este último aspecto se refiere) y, posteriormente, acusado de blanquero de capitales y corrupción. Una joyita, vamos.
A pesar de todo, mantuvo (más o menos) silencio hasta hasta diez días, en que con ocasión de su comparecencia en la comisión de investigación sobre la crisis financiera empezó, como se dice, a disparar contra todo lo que se menea: acusó al actual ministro de Economía de empujar a la quiebra a Bankia para beneficiar a sus competidores, al gobierno del PP de organizar su caída para situarle como chivo expiatorio de la corrupción y de nuevo a De Guindos de la fuga de depósitos que hundió al sector financiero español y provocó el rescate… rescate que, según él, fue solicitado como económico y bancario, pero que sólo se consiguió el segundo de ellos.
Lo malo es que, aunque diga la verdad, hay dos problemas: uno, que respira por la herida; y dos, que ha mentido tantas veces que a ver quién le cree ahora, salvo por intereses partidistas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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